Cristina en José C. Paz: Más que un discurso, una bajada de líneas; más que un lanzamiento, una plataforma

Los titulares de mañana estarán muy buenos. Con seguridad, resultará más ameno bucear o, en el peor de los casos, salpicarse por las distintas lecturas que hicieron los escribidores, que los propios textos.

Las breves palabras en el Mercado Concentrador de José C. Paz, materializaron uno de los mensajes más claros y determinantes de posición de la Presidenta Cristina Fernández. Y no fueron pocas sus manifestaciones desbordantes de contenidos.
Arrancó hablando de “él”, porque la mala leche -que no encuentra demasiado para condenar con fundamentos y la critica por mística- no le marcan la agenda. Pasó a llamarlo “Néstor”, aludiendo la contención y el afecto entre compañeros de vida. Y remató con el indiscutible coraje y las apasionadas convicciones de “Kirchner” cuando le agregó garra a las palabras.
La presidenta, cerró la introducción echando un vistazo a la incierta y desesperanzada situación de 2003 comparada con las profundas transformaciones encaradas en estos ocho años y, más que nada, repasando las obras y los trascendentes cambios productivos y culturales en marcha. En marcha, en proceso. No fue casual ni retórica de barricada. Fue una bajada de líneas para todos los argentinos, especialmente para algunos.


El acto constituyó mucho más que el lanzamiento del Plan de Abaratamiento para Minoristas de José C. Paz. Planteó condiciones y potencialidades personales y del conjunto, para organizar la plataforma de un lanzamiento que mantiene en vilo a casi toda la comunidad: su postulación a la reelección.

Del breve pero denso mensaje, resultan destacables estos ejes:
* A la dispersa oposición desideologizada que busca alianzas a como dé lugar, le opuso la profundización del modelo que puso a la Argentina de pie.
* Ante la estática externa, ofreció un cambio dinámico en las reglas de juego, oficialismo adentro.
* A las presiones internas y a los autopostulados ajenos que huyeron de las candidaturas, los enfrentó con que no van a correrla aquellos que pueden creer que otro modelo puede ser mejor o que creen tener tanto poder como para torcer voluntades.
* Mientras el desbande opositor desalinea sus enclenques postes, Cristina alinea las macizas columnas del oficialismo distribuyéndolas estructuralmente para impedir posibilidades de derrumbe por irresponsabilidad o inmadurez de algunos.
* Hasta tuvo la delicadeza de mandar títulos a la prensa negativista, como quien juega con la avidez que, a la corta, atora con descrédito ante erróneos análisis tendenciosos: “Yo no estoy muerta por volver a ser presidenta, muchachos… Quiero decirles que estoy haciendo un inmenso esfuerzo personal y hasta físico para seguir adelante”. Y, claro, muchos se hacen los rulos con el espejo empañado...
* Y ya que no emergen rivales externos con propuestas de fuste, entre los tiros por elevación a la CGT y Aerolíneas les creó otra incertidumbre a los periodistas de las corporaciones para sus tendenciosos análisis: ¿Pegarle al “negro” o a la yegua”? No puedo evitar imaginarme los gestos de desconcierto de Bonelli, Majul, Leuco y demás, ante la sagaz y disparadora ironía serratiana de no manejarse bien con todo el mundo…

Ya hace tiempo que los compañeros notamos satisfactoriamente más peronizada a la presidenta.
No calibro peronómetros, pero es indudable que, en síntesis, ayer se puso los guantes de conductora. No porque fuese necesario indicarle a nadie que es ella quien maneja, sino para detallar el mapa de ruta de arriba hacia abajo, vertical para el equilibrio hacia afuera y debatido para la organización hacia adentro: bien peronista.
A pesar de los inexorables conflictos -que ponen en compulsa convicciones y demandas particulares y de conjunto, que terminan aportando a la construcción colectiva-, las acciones seguirán profundizando la lucha contra la explotación aunque sin ceder ante las extorsiones corporativas que terminan afectando a la sociedad, poniendo en valor que “la lealtad no es moneda cara, es moneda escasa” y, como siempre, del lado de los trabajadores pero apuntando a quienes estaban tan postergados que -aun mejorando- no alcanzan todavía a disfrutar del crecimiento: bien evitista.
Es deducible que así como describió brevemente la superficialidad de la oposición, llamó a cuidar el modelo a determinados dirigentes de gremios y organismos oficiales, marcó la cancha a riesgo de que muchos progresistas tradicionales se indigesten, y apeló a la reflexión de la gente. A todos, en definitiva, nos dejó claro que no se distrae y que antepone a la Nación sobre el movimiento y al FpV sobre los nombres: bien de Evita y Perón.


Lo de este mediodía fue magistral. El sentido de la oportunidad y la claridad conceptual del mensaje genera aun mayor admiración. Cualquier ciudadano y hasta los opositores más crispados, habrán asentido voluntaria o involuntariamente más de una vez durante esos compactos 22 minutos. Ni hablar, cuando a la siesta se levantó razonablemente el paro de los petroleros del sur y, a la noche, varios secretarios de la CGT reafirmaron el apoyo a la conductora, saliendo al cruce de las lecturas intrigantes. Cristina Fernández de Kirchner es mucho más que un descollante cuadro político que pergeñó triunfos y se sobrepuso a las derrotas. No lo planteó en 2008, ni en diciembre pasado siquiera, lo dijo ayer. Con más apoyo ciudadano que nunca y saliendo más fortalecida todavía.
¡Qué jugadora, mi presidenta! Diestra piloto de tiempos, estadista, estratégica, frontal, líder. A veces, espontáneamente por sabiduría militante, y otras, analíticamente por atenta advertencia del pulso de la gente.

Emoción fraterna y estimulante, hechos concretos y con fuerte aporte y respaldo popular, concepción de ideas superadores y convocatoria colectiva para su consolidación. Un cóctel no muy fácil de encontrar en los boliches de la dirigencia de todos los sectores.
Creo y anhelo intensamente que haya sido lo contrario al Renunciamiento Histórico de Evita. Y concluyo pensando que simbolizó el legendario lema “Braden o Perón” adaptado a la ineptitud de las demás fuerzas políticas nacionales para indicar alternativas de gestión, aggiornándolo para unos y otros, a: “¿Cristina o qué?”
Y, tal vez esa es la cuestión. Hacia adentro, por materializar la clara posibilidad fáctica del triunfo en octubre pero no de cualquier triunfo para cualquier gestión, sino definiendo previamente las condiciones a acordar y con las cuales comprometerse. Hacia los costados, dando transparencia a las reglas de juego, de hecho, demandadas por gran parte de la ciudadanía y seguramente recibidas con aprobación. Y hacia abajo, poniendo blanco sobre negro las responsabilidades gubernamentales y, por supuesto, las irreponsabilidades de la oposición que no favorecen al funcionamiento del país, pero es lo que hay aunque -como suele quejarse macrísticamente Legrand- “el gobierno no hace nada para cambiarlo”. No puede hacerlo. No es inherente al oficialismo fabricar opositores que propongan algo, ni darles letra para sus programas, ni facilitarles instructivos de construcción política.

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