La borrasca mediática sobre el Hurakán de marzo




Repasemos algunas notas y columnas de opinión publicadas recientemente con motivo del acto popular del 11 de marzo -en homenaje al 38º Aniversario del triunfo electoral de Héctor J. Cámpora- organizado en el club Huracán por la Corriente Nacional de la Militancia.



La media hora de Cristina Fernández puede verse acá. Y el discurso completo, entre otras páginas, está acá.


Al mensaje –para nada subliminal- ofrecido por CFK, me referiré acá: “Pejotista, teléfono! Es Cristina”, en cuanto disponga de tiempo -porque ofrece buena tela para enjuagar y planchar-, reservándome el derecho de admisión: "Sólo para indecisos probables simpatizantes, funcionarios, dirigentes, cuadros, militantes y adherentes del Frente para la Victoria (y listas colectoras)”.

[Fin del bloque humorístico]



[Reglamento del juego]

Para adentrarnos en las consecuencias, calcémonos antiparras “Oakley” o “Kroops” y rompevientos “Kappa” o “Nike”, o proveámonos de piloto “Krull” y galochas “Kamik”, porque este hurakán es con K.

[Fin del espacio publicitario]

Depende. En la zona del Parque Lezama -por Tacuarí y Finochietto- hubo ráfagas pero terminaron con más barro que viento, mientras que en el barrio de San Nicolás -por Bouchard y Tucumán-, el fenómeno climático se tradujo en un torbellino (de ideas dispersas).

[Fin del informe meteorológico]





Vamos al son del “Clarín” armados de coraje y equilibrio para que no nos tumbe la corriente ni patinemos en el fango.



Unos días antes, el 6 de marzo, Alejandro Borensztein -el hijo de Mauricio- había colaborado con el matutino de Herrera de Noble y Magnetto, publicando “Autoayuda para opositores”, una mediocre tentativa de sarcasmo en una especie de manual con léxico de pastor cibernético para parafrasear a Osho y a otras guías espirituales, aunque excluyó al rabino Bergman.

Hay que reconocer dos cuestiones. Lo del hijo de Tato Bores es digno de “El gran diario argentino” y, además, deja demostrado que el ingenio no es genético, ni sucesorio, ni creable por generación espontánea ni por adiestramiento siquiera. Reconozco una más, encomendándome a San Morgado para que no amerite una denuncia ante el INaDi: es palpable aquello de que “no hay mejor cuña que la del mismo palo”, ya que Alejandro -el hijo de Tato- manifiesta un serio trastorno obsesivo compulsivo fijado en el canciller Héctor Timerman -el hijo de Jacobo-, a quien se encarga de hostigar columna por medio. Y reto a chequearlo, a quienes les sobre mucho pero mucho tiempo y muchas pero muchas ganas de dilapidarlo.



Leonardo Mindez y Juan Cruz Sanz titularon al día siguiente (el sábado 12 de marzo): “En un acto masivo, Cristina eludió hablar de la reelección”, un informe escueto -casi una versión taquigráfica de las palabras de la Presidenta- con pocas subjetividades -no por trilladas, menos efectistas-, escaso análisis de contexto –sorprendentemente, la única vez que se citó a Cámpora, fue para relatar que el cuervo Larroque habló por esa agrupación- y llamativa sensiblería, al punto de llegar a pensar que el pibe columnista de Leuco en “Le doy mi palabra” (aunque no la quieran) terminó ganándole la minuza al twitter forajido y bloguero K Lucas Carrasco.

En síntesis, insinuaron que CFK eludió referirse a la reelección, pero ya no acotan probable ni intento de reelección. Otra derrota cultural.



Y no hubo mucho más. Parece que la línea editorial de “Clarín” decidió no aludir a CFK, en tanto ella -o cualquier integrante de la gestión- no genere algo que pueda ofrecerles sacarle el jugo como sea, como habitualmente. La clara posición de estar a la pesquisa de algo que, si no sirve para desprestigiar al gobierno, al menos de lugar para fogonear que se rompan apoyos oficialistas, ora pejotistas, ora transversales, ora baronistas, ora progresistas. La veracidad relegada por intereses corporativos.

Por ejemplo, la editorial publicada en la víspera por Ricardo Kirschbaum: “Slogans y errores de otra época”, no pasa de una chicana sobre la impronta que dejó Cámpora en la opinión colectiva: en el criterio de los viejos Mercedes Benz 11-14, fuertes y demandados hace tiempo para el transporte público, hoy obsoletos.

Tras un intento de descalificar el hecho convocante -cargando tintas a Perón, como no podía ser de otro modo- cerró escribiendo: “Recurrir a consignas de otra época es usar el pasado para manipular y simular el presente”.

A lo que vale preguntarse: ¿Una nación se forma por compartimientos estancos? ¿El pasado debe ser enterrado? ¿El presente no debe transformarse? O, tal vez, esperan que los gobiernos nacionales y populares no manipulen, no operen, no maniobren sobre los privilegios del establishment. Un concepto consecuente con quienes sólo levantan los lemas de achicamiento del Estado y libertad de mercado sin intervenciones, pero, ¿estos no simulan el presente ni manipulan el porvenir?, o ¿como eso es proactivo para el beneficio del statu quo, es justificable?





“La Nación”, en contraposición con sus socios de “Papel Prensa SA”, se erigió en centro anticiclónico (de alta presión, valga la redundancia) para producir un vendaval de informaciones ante el “hurakán” de marzo.

El viejo diario de los Mitre, hace tiempo que está en la cola demandando el canje de boletos, pases y abonos con envidiable abnegación y persistencia. No obstante exhibir criterios matizados, es innegable que sus integrantes se encuentran consagrados a trastrocar su rancia ubicación en la “tribuna de doctrina” por una platea (muchas veces, gallinero) críticamente subjetiva y anacrónica, y, para ello, abdican estilo y veracidad. Sin embargo, es loable la exposición de divergencias conceptuales que pueden leerse entrelíneas.



El mismo viernes 11, Carlos Pagni editó “El santo patrono del kirchnerismo”, encopetado con: “La mitificación de Héctor J. Cámpora”.

Sobre la ausente autenticidad de los datos volcados con absoluto desparpajo y propensión sobre los ’70, sobran las refutaciones posteadas por algunos lectores. Además, sinceramente, cada vez que leo -y simultáneamente evalúo- algo de Pagni, me invade una desagradable sensación de tiempo derrochado y vano gasto en pólvora para cazar chimangos. Con todo respeto.



Fueron demasiadas las publicaciones del sábado 12, aunque vale leerlas.



Jesica Bossi, en “Un reparto salomónico para salir en la postal del ultrakirchnerismo”, practicó una nota al estilo monográfico, útil para quienes no fueron ni vieron lo ocurrido en el Palacio Ducó la tarde del viernes. Hay frases que pegan fuerte: lo de salir en la postal, parece un fallido de contradesplazamiento de aquellos a los cuales les sugirieron que "no se hagan los rulos".



Mariano Obarrio escribió que “Se puso en escena el operativo clamor”, donde, si bien aporta imágenes y citas textuales, los pareceres no pasan de un chismorreo de peluquería genérica (no unisex) que siempre viene bien para ponerse al tanto y no quedar excluido, claro.

Algunos chimentos, como las “tarifas” de los micros dadas en la cuarta parte de lo cobrado por líneas de larga distancia, hablan muy bien de los encargados de las contrataciones: se supone que son excelentes negociadores y que no se guardan comisiones. Por ejemplo: $10.000 desde Chaco para 65 personas (capacidad media de un micro), da un valor de $77 por persona ($154 ida y vuelta), mientras que un viaje Resistencia-Retiro o viceversa oscila entre $270 (servicio común) y $320 (cama pullman). Innumerables chaqueños deben haberse dispuesto a abonar esa bicoca con tal de participar en el homenaje al Tío.

Muchas acotaciones del columnista se vinculan con los preconceptos que cada uno tenga y la manera en que los resignifique en tiempo y espacio, como “movilización”, “continuidad”, “modelo” y etcéteras que dan para un posteo aparte que ni en sueños pienso escribir. Pero la gente lee poco, acostumbrada a mirar los titulares, no obstante hasta en el título salta una evidencia: si se puso en escena el operativo clamor, no deja de afirmar que el clamor existía previamente. Un acierto analítico de Obarrio. La realidad puede esconderse y distorsionarse parcialmente, pero irrumpe tarde o temprano y descubre y reconfigura.



De más baja estofa, desde el punto que se mire, es la acostumbradamente burda columna de Carlos Reymundo Roberts con su humor pueril y anodino. Para continuar la línea de “La kermesse de los sábados”, escribió “¿Yo como Vice de la señora?”. Estas columnas de “La Nación” compiten en gracia y sagacidad con las que publica esporádicamente -creo- Alejandro -el hijo de Mauricio Borensztein- en “Clarín” y la parodia de Ricardito -el hijo de Alfonsín- en un radical meeting, para entrar en una antología del humor inteligente.



La tosca alocución del precandidato radical intentando mofarse de un supuesto diálogo entre la Presidenta y el Jefe de Gabinete, en un derroche de sátira perspicaz sin telepronter ni soplacanus -hay que decirlo: se distingue de Sanz y Macri-, estuvo casi tan cómica como cuando afirmó ante el mismo propalador del chiste –Novaresio- en el mismo canal -C5N-, que “quien les habla [él -el hijo de Alfonsín- pero en tercera persona] es el único que le gana [a CFK] en las distintas hipótesis que se consideran [en su gerencia de campaña]”.



El viejo diario de Mitre precisa imperiosamente un baño de sensatez con enjuague incluido. Y, para eso, escribe Beatriz Sarlo: “El cambio de una militancia a otra”.

No voy a ser tan atrevido como para juzgar la semántica de tal añeja pensadora que de textos la sabe lunga, aunque puedo animarme con los editores del diario: Decir “a” otra, parece significar que la misma militancia se convirtió -se transfiguró- como si se tratara de estilos o metodologías y no parece describir la realidad. Si fuera “en” otra o “por” otra, sería más acertada la preposición y hasta coincidiría con lo desarrollado por Sarlo, pero también hubiese sido erróneo y tendencioso -homogéneo con el mensaje habitual de los medios hegemónicos- porque dejaría picando la idea de trueque y no la realidad suscitada cuando a los sindicatos -la original columna vertebral del movimiento desde aquel octubre- comenzaron a sumarse los movimientos sociales de trabajadores desocupados durante el menemato, a quienes -a partir de 2003 y acentuándose estos últimos meses- se le integraron miles de jóvenes.

Redondeo: Un análisis atinado llevaría, indubitablemente, a titular: “La consolidación de una militancia integrada a otras”. Una observadora crítica de la realidad no puede soslayar a los activos movimientos juveniles peronistas de los '70, paradójicamente, el "leitmotiv" del acto popular que fue precisamente -y se recalca hasta el cansancio por  parecer necesario- convocado por la Corriente Nacional de la Militancia. Habría que advertirle a la académica (no sé si es hincha de Racing, eh), que las 62 Organizaciones Peronistas -desde la CGT, la de Moyano, sí- organizaron el acto popular de marzo -pero de marzo del año pasado- en Ferro Carril Oeste, en Caballito no en Parque Patricios. ¿Es necesario discurrir obviedades?

No refiero otros aspectos de la nota de Beatriz Sarlo. Recomiendo leer al compañero renegau, Mendieta: “No jodan con Sarlo”, y a los Pejoteros, para tener otras miradas.


No hay modo de establecer parangones cualitativos, por ejemplo, entre lo escrito por Sarlo y Roberts o Pagni en el mismo diario “La Nación”, aunque convergen en ironías –de buena o baja estofa- y comparaciones –más o menos anacrónicas- tendientes a dar su enfoque sobre Perón, Cámpora y Cristina: sus enfoques sobre el peronismo, en definitiva. A la vez, muestran la realidad que son capaces de apreciar intentando comunicarla para aportar al debate y, ¿por qué no?, buscando simpatías, ya que de eso se trata una columna en el diario de Mitre, un post chapucero en un blog, un panfleto o un volante callejero o un espacio en la American Broadcasting Company.

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