Tal avisamos el viernes pasado en “Malvinizar y peronizar son las cuestiones”, compartimos el Programa de “Chako CRISpado” difundido a través del sitio web de “Las voces del Muro” y retransmitido por otras radios virtuales este jueves 5:
La mirada de José Luis aporta no solamente la evocación y la personal impronta de sus vivencias en las Islas durante la “Guerra de Malvinas” desde el escenario mismo del último anillo de defensa de Puerto Argentino en la cima de los montes, sino una mirada de la sucesión de cambios en el ánimo social y la gestión política respecto a los excombatientes y, sobre todo, una proyección a futuro evaluada desde la propia situación de un Soldado Conscripto Clase 62 que estuvo mortero de 81 mm en suelo.
José, un joven de 19 años por entonces que cumplió los 20 un 9 de mayo bajo persistente fuego agua-tierra y aire-tierra. Un pibe criado en el cálido Chaco subtropical que creció en Presidencia Roque Sáenz Peña -a 1.000 kilómetros del mar y a 120 del río más cercano- quien, por el azar del Número de Sorteo resultó destinado al Batallón de Infantería de Marina “BIM 5” con asiento en el frío y lejano Río Grande.
José no se siente héroe y no parece confiar en los adulones. Para la guerra elige a los que combatieron; para lo diplomático, a los diplomáticos; para lo mediático, a los comunicadores; para la fe, a Dios, a su Dios que, de ser, es de todos; para el abrazo, a los afectos. Sabiduría de pueblo.
Como expresó en el Estado de su Facebook este 1º de abril:
José, un amigazo, buen tipo y guitarrero que conozco desde la secundaria, no obstante yendo a diferentes colegios y siendo él unos años más grande pero compartiendo amistades y el gusto por nuestra música. Un tipo de buena madera, sin reveses ni simulaciones, sin especular sobre lo “políticamente correcto”. Lo que se nota durante la charla: José no es ni cristinista ni peronista, pero tampoco es anti K ni, mucho menos, antiperonista prejuicioso. Por eso, por esos matices fuera de guión oficialista, la conversación tiene aún mayor valor para quienes seguimos ávidos de conocer la cuestión Malvinas en profundidad.
Desde ahí se manifiesta José Luis Pascotto. Y desde el amor a su bella familia constituida y una sentida religiosidad que, aunque quienes pretenden intelectualizar a la fe y la incondicionalidad del amor fraterno se coarten las chances de comprenderlo, no hay dudas que esos dos pilares ayudaron a que José abra su corazón y goce de la sabiduría de la buena gente.
Y siento la necesidad de confesarlo. Sin lisonjas, fue un momento inolvidable que José viniera a casa para salir por el “skype” mientras compartimos varios termos de mate y algunos cigarrillos. Sin hipocresías, fue un motivo de orgullo que esa noche se despidiera con un abrazo diciéndome que aceptó salir al aire por la confianza que nos une. Sin falsa humildad, fue muy grato confirmar que no me equivoqué al coordinar con los compañeros de “Chako crispado” para invitarlo, porque sabía que es un tipo especial que da lo que tiene. Y no es poco.
Estuve escuchando en silencio junto al amigo los 150 minutos de charla con Cristino y Sergio con atinados comentarios de los y las oyentes que coordinaba Crishna. Quizás por la magia de la virtualidad, aprendí mucho más de lo que había imaginado porque José dijo lo que dijo fluyendo espontáneamente desde las tripas, sin rencores y con la sapiencia de la memoria vivida no relatada. José nos contó lo que nunca antes había contado, al menos fuera de su núcleo familiar. Y eso es sano. Ese es el indicio de que las heridas están pero pudieron cerrar y ya no duelen tanto. Eso constituye una base fundamental para construir el futuro desde la protección de nuestra soberanía en paz. Esa debería ser la lección para todos y todas, para unos y otros, para demagogos belicistas y entregadores alternativos...
¡Gracias, José! ¡Gracias, Sergio y Cristino! ¡Gracias al foro de “Chako CRISpado”!
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