@QuintinLLP The alternative blocker by Falkland Islands

Quintín, el celebérrimo intelectual palermitano -casi en Retiro- me ha bloqueado en Twitter.
Por supuesto que cada quien tiene todo el albedrío para decidir si sigue o permite ser seguido por cada cual, pero esa no es la cuestión, señores y señoras. El quid de la cuestión son las motivaciones y los argumentos para decidirlo o ni siquiera pensarlo. La médula comunicacional atraviesa los impulsos y los pretextos, al fin y al cabo o al inicio y al sargento.
Como concluye el fin de semana largo y los tuiteros-blogueros-feisbuqueros “K” (rentados según el divague del díscolo progrenoventista y corporativo pensador neoliberal contemporáneo Giorgio Sanata) trabajamos con ahínco aún durante los asuetos, aprovecho este feriadito para compartir la virtual conversación en versión sin versado y por verse.


Todo resultó disparado por una inquietud que planteó en Twitter el periodileuquista Juan Cruz Sanz, provocando
la inmediata y reactiva reacción reaccionaria del crítico cinematográfico e intelectual autodeterminista kelper Quintín:
   
  
Es reconocido que en 140 caracteres puede resultar complejo expresarse. Sin embargo, también es simple concluir que, a veces, sobran para advertir los significantes de lo manifestado y el trasfondo de una idea.
La breve charla tuitera ya venía complicada a esa altura casi desde el inicio. Convengamos que don Quintín de la Lectora Provisoria no contestó mi repregunta cuando indagué si él no había incluido al PRO en aquella lista por estimar que es definido o que no existe, saliendo con que es el único partido de oposición que queda. Es decir, ¿debemos aceptar que oponerse a todo -hasta a lo que les corresponde por atribuciones y funciones jurisdiccionales- lo define políticamente y le brinda entidad?

Por un lado, puede considerarse un tanto descabellado sostener que un Partido Vecinal -sin siquiera un Senador Nacional- sea el único partido de oposición y, a la vez, confirmar que sirve para poco, sobre lo que sí coincidimos: el PRO sólo sirve para trabar y lograr adhesiones en la ciclotímica -y casi siempre a contramano de las decisiones democráticas de la Nación- Ciudad Autónoma (sin embargo ultra dependiente de la producción del interior) de Buenos Aires (no obstante la contaminación ambiental y sonora), con todo lo que ello implica.
Además, plantearlo de ese modo, ¿no es una forma de reconocer indirectamente que la gestión del único distrito que el PRO tiene a cargo -aunque no se haga cargo- hace agua por todos lados y que, encima, ni siquiera sirve para oponerse aunque ese sea su indiscutiblemente excluyente leit motiv?
Hay otros fragmentos de Quintín que hacen ruido. Cuando expresa que ser de la CC (Coalición Cívica) es nada, en tanto varios de los “diecisiete periodistas, académicos y políticos (que) dieron una visión alternativa sobre Malvinas” junto con él, pertenecen o pertenecieron a esa inerte fuerza política, si se aceptan los absurdos. El absurdo ajeno del Principio de Autodeterminación kelper propiciado -que supera las expectativas del mismo Premier británico David Cameron- y el absurdo propio de llamarle fuerza política a la del 1,82% de apoyo ciudadano postulando a la inestable Elisa Carrió en las pasadas elecciones presidenciales.

Por otro lado, a todas vistas se evalúa reduccionista que haya afirmado de un modo terminante que si votan con los “K”, entonces son “K”. Consideremos que, precisamente, ni Scioli ni Garré son legisladores y por ello no votan. Ni con los “K” ni sin los “K”. No obstante, si don Quintín hubiera considerado a quienes votamos a los “K” y con los “K” en elecciones democráticas, entonces habría incluido a 11 millones de ciudadanos y ciudadanas a quienes, en conclusión, nos terminó reconociendo claridad por carácter recíproco: Si, según sus tweets, infiere que ser Anti “K” es una definición clarísima, más claro aún -por constituir el sustento de la sentencia tal condición previa- resulta ser “K”.
Y debo decirlo, ni una ni otra expresión me parecen posiciones demasiado determinadas ya que, en ellas, entra en juego la diversidad para tender a la síntesis conceptual y metodológica. De hecho, puede establecerse que el Frente para la Victoria la logra representado por Cristina Fernández de Kirchner en la vigente conducción del Movimiento Nacional y Popular. Y, a propósito, si la síntesis del PRO es el hijo de Macri, resulta admisible que no hay silogismo apto para definir lo ausente. Ante el dilema, se podría ser contemplativo con don Quintín y los quintines de las lecturas provisorias: entendemos con indulgencia a la evasiva ante la repregunta.
Asimismo, no creo que sean necesarios Rayos X ideológicos para delinear las múltiples vertientes que afluyen en la misma corriente, sino atender a los evidentes matices tan trillados por esa intelectualidad emburbujada que declama por los grises ante su incapacidad para pintar nada intensamente. Resumiendo: si no hay negro ni blanco, conviene difuminar. O, dicho según la Ley de Truman recientemente anibalada: “Si no los puedes convencer, por lo menos, confúndelos.”


Así fue que, un poco con el objetivo de revalidar o rectificar mis preconceptos y otro tanto para
intercambiar enfoques buscando entender con precisión, procuré mejorar la interpretación de las
afirmaciones de don Quintín, volviendo sobre ellas como intentando invitarlo a la construcción de ideas:
   
   
   
La tardía aunque reactiva reacción reaccionaria de don Quintín, fue la siguiente:
   
    
Y, debo reconocerlo: cometí la imprudencia de corregir con sarcasmo a un “periodista, académico e intelectual”, desde el supuesto lugar de no crítico de cine ni intelectual palermitano ni opositor a todo ni alternativo cipayo ni...
Me hago cargo. Si don Quintín ni siquiera direcciona las respuestas, llegando a condenar -nada menos- al periodileuquista Juan Cruz Sanz de “salame K”, ¿cómo pude haber supuesto que toleraría la menor discrepancia?, ¿bajo qué extraña proyección se me ocurrió que sería capaz de ampliar su perspectiva levantando el horizonte y abriendo puntos de fuga o alejando el medidor?

Y se acabó el diálogo, aunque tan sólo repregunté y reformulé gentilmente las sentencias que leía como respuestas que no respondían y preguntas autocontestadas. Se acabó el diálogo o lo que haya sido. Un doble monólogo, tal vez…


Tal puede verificarse, hasta ese momento seguía a Don Quintín:
   
   
Luego de calificarme de salame “K” sin perspicacia ni glamour, el lector provisorio me bloqueó no obstante estar más que claras las formas en que nos comunicamos oportunamente. Y con ese fin, el tiempo del feriadito largo usado para compartir esta nota y las intervenciones de cada uno. Es que tengo un prestigio y una trayectoria que sostener, amigas y amigos. No ando por la vida revoleando calcetines con excretas, aunque tampoco permito que las defecciones ajenas me embadurnen.
Y en esta instancia, bien vale que lo diga: Si de virtualidad tratamos, hay bloqueos e interrupciones de seguimiento que realmente se consideran halagüeñas y reconfortantes. En la participación de las redes sociales, suelen presentarse situaciones que revelan inequívocamente que no hay posibilidades de intercambiar nada provechoso para nadie.
   
Al azar agrego algunos tweets del Time Line de @quintinLLP:
   
   
Realmente, de esa fauna puedo esperar nada. Ya sea de las ignotas quintinas como de los celebérrimos Sbarra o Bernie Erlich. A eso iba con aquello de que ciertos bloqueos virtuales terminan mejorando la calidad del Time Line y de la tensión arterial favoreciendo el ahorro de pólvora en chimangos. Con cierta europeizada intelligentzia no tiene mayor sentido interactuar, dado que -tal lo visto en la conversación- está acostumbrada a desacreditar opiniones diferentes -so pretextos pueriles monocordes- y a cortar canales de comunicación -evidenciando carencia argumentativa- mediando fastidiosos insultos de bajo calibre.


Y entonces, don Quintín de la Lectora Provisoria cumplió instantáneamente con lo escrito.
Hay que reconocer que, al menos, tuvo la caballerosa gentileza de avisarme sobre su bloqueo en Twitter:
   
   
A quienes no son diestros en el uso de Twitter, vale aclararles que el blocked aplicado por don Quintín solamente saca
sus tweets de mi cronología o Time Line pero, naturalmente, puedo continuar leyéndolos tal lo hecho y compartido recién, 
aunque me demande tiempo y tres clics que -a decir verdad- no suelen ameritar el esfuerzo ni siendo un día feriado.
  
Excepcionalmente invierto o derrocho tiempo y energías, como ahora para compartir otros tweets recientes, por si hiciera
falta describir con mayor precisión al repsoliano Quintín y, de paso, confirmar que a veces 140 caracteres sobran
para advertir el trasfondo de una idea y exponer la esencia de un conjunto de ideas. De una ideología que le dicen:
   
   
El desconcierto que margina de la realidad y la incomprensión que genera ira en sus máximos exponentes. La actitud
del 5,86%. O del 1,82%. O del PRO (Partido Reaccionario de Oposición) PROfugado electoral, es decir, la actitud del 0%.
   
   
   
Don Quintín es un aguadista puro y duro. Nada que agregar.
Ricardo en “Los huevos y las ideas”, tratando la posición legislativa y mediática macrista-aguadista
sobre YPF, me dio pie para este concepto: El lector provisorio parece estar ubicado ideológicamente entre
(Oscar) Aguad y (Juliana) Awada, el Primer Edecán cordobés y la Primera Dama portuaria. Y no es poco.
   
   
   
En realidad, hay demasiado para agregar y no me alcanzó el feriado por el Día Internacional
(aunque no se celebre justamente en USA, sitio de la masacre) del Trabajador. Así que ¡adelante!
   
¡Adelante radicales libres!
¡Adelante con Aguad!,
pero no tan adelante
que se enoja el antioxidante
nacional y popular.

¡Adelante radicales!
¡Cada vez más adelante!,
con Macri, Duhalde, Melconián
y todos los profetas delirantes
que ni una embocarán…
   
   
   
¿Quién es don Quintín de la Lectora Provisoria?
   
Pues es Eduardo Antín.
   
   
Y entonces, ¿quién es Eduardo Antín?
   
Pues es el sobrino de Manuel Antín.
   
   
Pero, ¿quién es Manuel Antín?
   
Un cineasta nacido en Las Palmas (Chaco) hacia 1926. Tiempos de las crueles y masivas masacres de las presidencias de Hipólito Yrigoyen y Marcelo Torcuato de Alvear ampliando la frontera agropecuaria y forestal para favorecer a los capitales -mayormente- ingleses, irlandeses y franceses con sus testaferros y administradores vernáculos. Aquellos exponentes de la clase patricia y terrateniente que cambiaba hectáreas y supuestos títulos de nobleza por muerte y sangre de argentinos y argentinas. La infamia que precedió a la Década Infame.
Años de exterminio a originarios y criollos que eran peones, precisamente, en el Ingenio “Las Palmas del Chaco Austral” y a los gringos anarquistas rebelados a la explotación. Y sacamos una primera conjetura: Por entonces, en Las Palmas se trabajaba con las cañas de azúcar o se empuñaban los caños de acero de Gendarmería y Policía Nacional o los del acomodado séquito abusador de la Liga Patriótica extendida en todo el país. No existían demasiadas opciones y, reductivamente, ¿de qué lado suponés que habrán estado los padres de Manuel Antín y abuelos de Quintín?

El “gen helicóptero” -como diría Pepe y según analizaría Pagni- parece provenir del tío Antín -Manuel, el original- desde sus tiempos de Director del INCAA con Alfonsín -Raúl, el original-, así como también por la rama paterna Eduardito heredó la fascinación por ponerse indefectiblemente del lado de los más débiles: los grupos de poder, las transnacionales y los países dominantes. No obstante, por el momento resulta complejo establecer la cadena de ADN de ese “gen Titanic” que mira al Norte naufragando al impactar la punta del iceberg, si bien puede inferirse que la conducta de oponerse a todo invariablemente y proponiendo nada, devino tras adolescentes modificaciones gregarias del original temperamento gallego-vasco-navarro que, como recorriendo una circunferencia viciosa, le causan graves trastornos glandulares acentuando la insalubre actitud del rezongo sistemático y a cómo dé lugar sin solución de continuidad.

A propósito de este ensayo de diagnóstico clínico, genético y psicológico (bloguero y tuiteril), es oportuno decir que el padre de Eduardo ejerció la medicina aunque no evitó que el niño contrajera viruela. Es de suponer que también fue Manuel Antín quien estimuló la vocación cinéfila a su sobrino Eduardo. Y, efectivamente, se deduce que le indujo otras tendencias como la compartida en los documentos que ambos firmaron impulsando mediáticamente una “Visión alternativa sobre Malvinas”, si bien puede considerarse más preciso su significante aplicando sinónimos: Espectro disyuntivo sobre las Falkland Islands.
El repudio a aquella europeizada posición fue unánime. Todas las expresiones sociopolíticas, incluyendo al conservadurismo más cerril y al trotskismo más quimérico, rechazaron vigorosamente los fundamentos apátridas de los Escribidores de ese Nuevo Estatuto del Coloniaje.

Hasta Quebracho se encargó de desenmascarar a los cófrades de Quintín,
publicando esta imagen no apta para personas con píloro y diafragma sensibles:
   
   
   
En definitiva, ¿quién es Quintín que es Eduardo Antín?
   
Yendo del estudio cromosómico al psicopatológico (bloguero), nada mejor para saber quién es alguien que partir de lo que ese alguien dice que ve como es. Es decir, hay pocos métodos más adecuados que recurrir a su autobiografía.
Y, ¡alegría!, la oportuna y gentil doña Dana de Acué me sugirió que viese un curso online de “Otros cines” en el cual Quintín -que es Eduardo Antín- se responde ¿de dónde salen los críticos?:
“En principio, por un camino un poco distinto del que permite ser médico o futbolista profesional. Porque para ser médico se requiere de un título y el futbolista depende de que un equipo lo contrate. Es cierto que, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, muchos críticos tienen hoy un título universitario más o menos habilitante y también lo es que, en general, los críticos son contratados para escribir en los medios.” El incumplido mandato paterno a la medicina emergiendo como obsesión. Los caminos distintos que de todos modos, en general, llegan al mismo destino. Clarito, ¿no?
Y Quintín continuó ¿aclarando? “cómo se deviene crítico”, incurriendo -tal su hábito- en una generalización desde su propia contingencia, como si todos los críticos y las críticas empezaran a los 40 años y casi por casualidad: “Pero ser crítico es más bien una condición previa a tener el carnet o a trabajar como tal: se trata de un deseo. El crítico no necesita que nadie lo autorice: se pone a escribir y pone el deseo a prueba.” Los médicos y las médicas, los futbolistas y las futbolistas, los todos y las todas que no somos críticos y críticas de cine, según Quintín no tenemos deseos, ni pulsiones, ni aficiones, ni placeres, ni… Bueno.
Ni doña Dana ni yo haremos el curso online de ¿Cómo se deviene crítico? tras ver que el gancho es la evidente definición de un ombliguista cuenta pelusas. Así que no nos anote, don Quintín. Gracias igual, Diego Batlle, pero ni gratarola. Bah, ni por el chori y el tetra pedimos vacantes en el curso iniciado hoy…
   
   
Se hizo largo como es mi dispersa costumbre. Así que trataré de incluir
un poco de distensión mediante un toque de humor que puede servir
como un filantrópico aporte a “La canción de los parecidos” de TV®:
   
   
Y convengamos que no sólo fisonómicamente se parecen Quintín Antín y Pepe Eliaschev. Lo que tampoco es poco decir.
Las semejanzas trascienden el aspecto, si bien se diferencian levemente por la densidad capilar, o por la falta de ella. Sí exhiben igual concentración porosa cutánea. Hasta entran en cólera por las mismas razones, desprecian las mismas manifestaciones militantes, son funcionales a idénticos intereses, aplican la sistemática descalificación irreflexiva ante los antagonismos, concuerdan en las posturas asumidas ante los grandes temas nacionales como Malvinas o YPF, entre otras múltiples coincidencias. Inclusive, los dos pasaron por la función pública capitalina para ser destituidos por quienes los habían nombrado: Eliaschev de Radio Municipal (1989-90) durante la gestión de Carlos Grosso, y Antín, de la Dirección del BAFICI (2001-04) en la Jefatura de Gobierno de Aníbal Ibarra.
Y que la gerencial troupe gvirtzista se quede tranquila: el aporte a la sección de “Los parecidos” no tiene fines de lucro ni de figuración. Al fin y al cabo, o al inicio y al sargento, a Eduardo Antín no lo registra casi nadie…

4 comentarios:

Daniel dijo...

Oh, renegar de la CC, que triste destino.
Bueno, Fernando Iglesias (perdón por el exabrupto) no reniega, pero jamás la nombra.
Es lo que se dice, verdadera vergüenza de lo propio, para gentes que afirmaban no hace mucho, "serían gobierno".
Pero no hay propio. Digamos que es lo más lícito que expresó Quintín en este intercambio.
Hoy, la identidad de la contra es ser "Anti-K". Lo que no hace más que reforzar lo "K".
Fácil; están los Pro y los Anti, según Quintín; lo que afirma por la positiva o la negativa, una hegemonía nunca soñada.
Hablando de sueño. Nosotros dormimos tranqui. Las pesadillas, toditas se las llevan ellos.
Qué injusto que es esto, convengamos.

Adán De Ucea Queralt dijo...

Y sí, ejají (como diría Pino).
¿Es muy cruel el disfrute ante la úlcera ajena? ¿Es demasiado estrecho suponer que hay gente con la cual resulta inviable construir? Má sí... yo la pasé bomba! (?)
:¬)

Ricardo dijo...

Son raros, muy raros, los republicanos que tienen tan poco aprecio por la resultante de la praxis democrática.
Leyendo el post me queda claro que si a la UCR la condujera Aguad, Quintín hubiera sido en este momento radical como antes de la CC o en el futuro del PRO. Quizás si sea una identidad el antikirchnerismo. Una bastante boba, pero nada muy distinto al gorilismo que subsiste.

Abrazos.

Anónimo dijo...

AJAJAAAAAA PILORO SENSIBLE !! SOS UN HDP DE UCEAAAAAA JAJAJAAAAA

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