Álvaro García Linera: “El pueblo boliviano vive la mayor revolución social” (Tips para Argentina y América Latina)



Anoche, doña Dana de Acué me convidó con lo que estaba leyendo. Hace dos semanas, Luis Hernández Navarro entrevistó al Vicepresidente de Bolivia, el matemático y sociólogo Álvaro García Linera. Enlazo la publicación desde el sitio del periódico “La Jornada” de la UNAM, aunque transcribiré los párrafos que íbamos acotando. De ninguna manera con máximas sociológicas específicas porque sería irreverente con García Linera, sino acerca de ciertas relaciones con nuestra coyuntura y la del subcontinente. 
Estaría bueno que la leyeran aquellos y aquellas que creen que lo único que pueden aprender de un bolita de la inmigración descontrolada es que las naranjas no se tasan por peso. Hay tanto burócrata metropolitano confuso que se cree superior al verdulero mientras compra verdura en el quiosco o se suscribe para asegurarse que la recibirá a diario en la puerta de su casa, que tienta mostrarles a un bolita blanquito y formado, competente y con glamour, criterioso y con linaje.
Un poco con sorna petardista y otro poco emulando su frívola y discriminadora idiosincrasia con bajo sentido de la autopercepción, daría parte de mi tiempo para ver sus caras comparando a Álvaro García Linera con Mauricio Macri Blanco Villegas. Ha de sentirse casi humillante para la derecha convencida y sus satélites, parangonar a su inepto y corrupto referente con un tipo que no sólo lo revuelca en todo sentido, sino que encima de distinguido y solvente es boliviano, indigenista ¡y de la izquierda latinoamericana! En una disertación, al conejo negro no lo salvaría ni el soplacanu ni una patota de Duranes Barbas ni docenas de power points… Semejante a lo que pasaría si el hijo que vive de Franco debatiese con la señora de enfrente y otros representantes sociopolíticos, aunque hay auditorios a los cuales -está visto- no les entran balas ni razones, no los impactan los compromisos comunitarios ni las ideas nacionales y populares.
  
Bueno, vayamos a la entrevista y sus corolarios.
   
El vicepresidente arrancó refiriendo “a quienes la brutalidad de la invasión y los sedimentos centenarios de la dominación habían establecido en el propio sentido común de las clases dominantes y las clases dominadas, que estaban predestinados” y no quedan dudas a nadie con cierto criterio que, a partir del cambio de orientación del gobierno -semejante a lo que acontece en varios países de la región-, se evidenciaron trasvasamientos e inclusiones otrora impensables. El caso de Bolivia quizás sea el más significativo.
Y luego definió que “la descolonización es un proceso de desmontamiento de las estructuras institucionales, sociales, culturales y simbólicas que subsumen la acción cotidiana de los pueblos a los intereses, a las jerarquías y a las narrativas impuestas por poderes territoriales externos.” Esta semana tuvimos otro ejemplo de intento de construcción de sentido en las editoriales del diario “La Nación” ante la muerte de Amalia Lacroze de Fortabat, en las cuales los emburbujados comunicadores redactaron conclusiones que llevan a plantearnos, antes que nada, en quiénes son los cautivos de ese discurso a todas vistas falso. Que los Grondonas opinen lo que les convenga a sus élites, pero la cuestión es cuántos argentinos y cuántas argentinas -que no pertenecen a esa casta así supongan que por mágica ósmosis podrían integrarse avalados por los adalides del vetusto establishment- les dan crédito y asumen a esos siniestros mensajes como verdades reveladas para terminar consintiéndolos o apoyándolos incauta y retrógradamente para ellos mismos, ellas mismas y sus grupos socioculturales.
Al respecto, en Latinoamérica hemos pasado siglos de colonización transcultural prácticamente sin interrupciones y García Linera describió tales vínculos inequitativos: “La colonialidad es una relación de dominación territorial que se impone a la fuerza y con el tiempo se ‘naturaliza’, inscribiendo la dominación en los comportamientos ‘normales’, en las rutinas diarias, en las percepciones mundanas de los propios pueblos dominados”, haciendo hincapié en la mentada naturalización de costumbres a todas vistas perversas. Y agregó: que “desmontar esa maquinaria de dominación requiere mucho tiempo. En particular el tiempo que se necesita para modificar la dominación convertida en sentido común, en hábito cultural de las personas.” Acaso, dentro de los cambios más significativos de la presente gestión, ¿no está la universalización de derechos que trascendieron la letra y se concienzaron en todos y cada uno de los argentinos?

En el coloquio siguiente, el vicepresidente compañero de Evo Morales aludió especialmente a las formas organizativas del “movimiento indígena contemporáneo” y, estableciendo paralelismos, podría decirse que por estos lares la pluralidad avanza en varios frentes. La impronta de la inclusión no es formal, si bien inconclusa y no demasiado constante, no obstante casi espasmódica y como emergente de coyunturas. Pero claro, el ritmo puede estimularse desde el Estado aunque debe ser determinado por cada sector interesado en la participación y la consecución de derechos. Y, para cerrar la idea, el vicepresidente boliviano aclaró: “Hoy, para influir en los presupuestos del Estado, para saber la agenda gubernamental, no sirve de nada codearse con altos funcionarios del Fondo Monetario, del Banco Interamericano de Desarrollo, de las embajadas estadunidense o europeas. Hoy los circuitos del poder estatal pasan por los debates y decisiones de las asambleas indígenas, obreras y barriales… Los llamados anteriormente ‘escenarios de conflicto’, como sindicatos y comunidades, hoy son los espacios del poder fáctico del Estado. Y los anteriormente condenados a la subalternidad silenciosa hoy son los sujetos decisores de la trama política.” Otra semejanza con el modelo argentino, tal vez a distinta escala por una cuestión de cantidad de habitantes y dimensiones territoriales.
El matemático que estudió sociología en prisión en tiempos del cóndor (del plan Cóndor), conoce y domina a profundidad el marxismo clásico, pero no es dogmático: su línea de pensamiento está muy influida por la obra de Pierre Bordieu. Y sus respuestas deberían acusar mayor recibo en los países vecinos, incluyendo a la República Argentina, como por ejemplo cuando puntualizó al modelo económico de su país como “básicamente posneoliberal y de transición poscapitalista. Se ha recuperado el control de los recursos naturales que estaba en manos extranjeras, para colocarlo en manos del Estado…” La República Argentina ha avanzado en la previsión y la seguridad social, las aerolíneas, la energía nuclear y otras áreas, no obstante -conscientes que nada cambia de la noche a la mañana- no dejan de ser cuentas pendientes los ferrocarriles; las rutas y autopistas aún mayormente concesionadas a empresas viales privadas, la extracción y distribución de combustibles como petróleo, gas y carbón; el acopio y la comercialización de granos y carnes; la provisión de energía eléctrica, agua y gas de red en las grandes metrópolis también manejadas aún por consorcios no estatales; las comunicaciones telefónicas hoy siquiera administradas por capitales locales; el estímulo a los recursos humanos y tecnológicos para cubrir las explotaciones mineras y su procesamiento; por citar las actividades consideradas relevantes. Fueron décadas de entrega que demandan poner activamente en agenda tales recuperaciones de soberanía de modo determinante.

La experiencia boliviana es una referencia obligada y cada vez con mayor ascendencia en el movimiento popular latinoamericano. García Linera caracterizó: “Hoy el Estado es el principal generador de riqueza del país, y esa riqueza no es valorizada como capital; es redistribuida en la sociedad a través de bonos, rentas y beneficios sociales directos de la población, además del congelamiento de las tarifas de los servicios básicos, los combustibles y la subvención de la producción agraria. Intenta priorizar la riqueza como valor de uso, por encima del valor de cambio. En ese sentido, el Estado no se comporta como un capitalista colectivo propio del capitalismo de Estado, sino como un redistribuidor de riquezas colectivas entre las clases laboriosas y en un potenciador de las capacidades materiales, técnicas y asociativas de los modos de producción campesinos, comunitarios y artesanales urbanos.”
En este aspecto la coincidencia es concreta y tangible, cuestión sobre la cual el vicepresidente del país vecino aclaró: “En esta expansión de lo comunitario agrario y urbano depositamos nuestra esperanza de transitar por el poscapitalismo, sabiendo que también esa es una obra universal y no de un solo país.” De hecho, al menos es regional a partir del MerCoSur, la UNaSur, la CELAC, el Banco del Sur y demás instituciones que aparentan encaminar al subcontinente hacia ese “capitalismo en serio” que provoca pruritos a quienes ubican lo utópico por sobre “lo posible” y anteponen lo deseado a lo oportuno.
Si la descolonización en proceso cuesta lo que cuesta y -como todo cambio- ese proceso permanente implica crisis y resistencias del statu quo, no debería ser censurable que los gobiernos impulsen las transformaciones al ritmo que evalúan adecuado. Las viejas estructuras no se cambian de un día para el otro ni, siquiera, en diez años. ¿Que hay errores?, ¿que se producen contramarchas?, ¿que se presentan contradicciones irresueltas? Por supuesto que sí. Solamente quienes teorizan sin intervenir pueden tener certezas hasta que salen al ruedo y, tal vez por ello, muchos movimientos trotskistas vernáculos pretenden dar las fórmulas mágicas de la gestión. Habría que verlos conduciendo un municipio al menos. De hecho y por contrarreciprocidad, el macrismo -su opuesto teórico aunque posean fuertes coincidencias de fondo- está dando muestras cabales del desgobierno y la inoperancia funcional al privilegio de unos pocos.
  
A propósito de Macri, De Narváez, González Fraga, Sanz y demás representantes de la derecha telúrica, vino esta frase de Álvaro García Linera: “El continente latinoamericano está atravesando un ciclo histórico excepcional. Gran parte de los gobiernos son de carácter revolucionario y progresista. Los gobiernos neoliberales tienden a aparecer como retrógrados. Y a la vez, la economía latinoamericana ha desplegado iniciativas internas que le están permitiendo afrontar de una manera vigorosa los efectos de la crisis mundial.” Aclarando que “la importancia de los mercados regionales y la vinculación con Asia han definido una arquitectura económica continental de nuevo tipo. Hay que apostar por profundizar esta articulación regional y, si es posible, por proyectarnos como una especie de Estado regional de estados y naciones. Comportarnos como Estado regional en el ámbito del uso y negociación planetaria de las grandes riquezas estratégicas que poseemos (petróleo, minerales, litio, agua, agricultura, biodiversidad, industria semielaborada, fuerza de trabajo joven y calificada...), e internamente, respetar la soberanía estatal y las identidades nacionales regionales que tiene el continente. Sólo así podremos tener voz y fuerza propia en el curso de las dinámicas de mundialización de la vida social.” Y quienes lo duden que sigan insuflando al conejo negro y a otros referentes que pasean por las Embajadas pretendiendo demostrar fidelidad al amo y desestabilizar a los representantes consagrados por el apoyo popular.
Y ya que en la conversación con doña Dana íbamos bajando -o subiendo- los tips de la entrevista a la situación local, vale decir acá -evitando transcribir las chabacanerías del caso- que con destinatarios que irían desde Macri hasta Carrió y otros con todavía menos respaldo popular episódico, el vice boliviano contestó: “El gobierno estadunidense nunca ha aceptado que las naciones latinoamericanas puedan definir su destino porque siempre ha considerado que formamos parte del área de influencia política para su seguridad territorial, y somos su centro de acopio de riquezas, naturales y sociales. Cualquier disidencia a este enfoque colonial coloca a la nación insurgente en la mira de ataque. La soberanía de los pueblos es el enemigo número uno de la política estadunidense.” Y luego agregó: “Nosotros no tenemos nada contra el gobierno estadunidense ni contra su pueblo. Pero no aceptamos que nadie, absolutamente nadie de afuera nos tenga que venir a decir lo que tenemos que hacer, decir o pensar… En todo caso, nosotros buscamos relaciones diplomáticas respetuosas, pero también estamos atentos a repeler las intervenciones extranjeras de ‘alta’ o ‘baja’ intensidad.” Allá como acá, mientras unos las repelen, otros las fomentan.
  
Como a sabiendas del acontecer argentino, García Linera reseñó que “cuando rompimos con la vergonzante influencia de las embajadas en las decisiones ministeriales, cuando definimos una política de cohesión nacional enfrentando abiertamente las tendencias separatistas latentes en oligarquías regionales; la embajada de Estados Unidos no sólo apoyó financieramente a las fuerzas conservadoras, sino las organizó y dirigió políticamente, en una brutal injerencia en asuntos internos.” Cuestión que provocaría un escándalo en los cipayos latinoamericanos y, ¿por qué no?, en la burguesía y el proletariado que naturalizó las relaciones dependientes como correctas y teme al castigo imperial. No en vano muchos ideólogos de los ’90 coinciden miradas con los escribidores de aquella progresía que se les resistía, cuando afirman que “estamos afuera del mundo”. Lo dice Macri y lo repite Lanata, lo grita Carrió y aplaude Duhalde, o viceversa, o al unísono. Da igual.
Por acá también pasa y para colmo, de modo similar al ámbito nacional, filas adentro del Frente “Chaco Merece Más”. Cuando el Poder Ejecutivo de la Provincia estimula industrias con capital privado -aunque chaqueño- como con la Planta de acopio de oleaginosas y producción de aceites, biocombustibles y alimentos balanceados con base de soja “JV Martín Cereales” o el consorcio “Hipermueble Veta Noble” entre otros emprendimientos, el Partido Socialista -en alianza con la UCR- y Libres del Sur -desacoplados del oficialismo provincial luego de mojar algunas bancas- pretenden correr al gobierno por izquierda y, sin embargo, terminan adoptando posiciones idénticas a la derecha más conservadora representada por arcaicos referentes del coronel Ruiz Palacios -ya sea desde Acción Chaqueña, el PNC o el PPR- que, cada tanto, sufren espasmos de alianza crítica.
A propósito de alianzas y verticalismos, matizo con un tweet enviado hoy:
Recreado recién respecto a la tragedia del Sarmiento en Estación Once:
Estimo que se relacionan y quienes quieran, pueden entender la idea.
En el medio, pero también coincidiendo a pleno con la supuesta izquierda no populista y la derecha más neoliberal, suelen aparecer los repúblicos de la CC-ARI junto a su perdurable cabeza aliancista en el Chaco: la UCR gestada por Balbín y León que conserva un gorilismo recalcitrante. Fieles a su historia, aplican la vieja estrategia de configurar chicha con alta graduación etílica que ansía venderse como limonada para estafar los controles de la Ley Seca. Y así les va.

Ya que estamos, va un oportuno tip del vicepresidente sobre la oposición boliviana: “Hoy el bloque conservador, de oligarquías extranjerizantes, no tiene un proyecto alternativo de sociedad capaz de articular una voluntad general de poder.” Da la sensación de que este tipo vive acá, ¿no? Y aprovecho para repetir algo que me acuerdo fue dicho en la noche de anoche procurando que tienda a cambiar enfoques del alfonsomenemato hasta los cuatro años de De la Rúa y Duhalde, sobre todo, mirando a la sociedad: Es cierto que desde 2003 trocaron muchos preconceptos, pero también es cierto que por entonces empezaban a ser ciudadanos los niños de la apertura y a morirse los de la Década Infame y los adultos de la Revolución Fusiladora. Los actuales cambios de paradigmas vigentes no eran  viables pacífica y democráticamente hace diez años: fueron menester el recambio generacional y dos décadas seguidas de ejercicio cívico, con condicionamientos y subordinaciones pero en democracia al fin y al cabo.
¿Que podrían haber transcurrido otros veinte años sin reformas estructurales? Sí, claro, pero antes ni la posibilidad de modificar enquistadas idiosincrasias era posible. Siempre hubo urgencias por sobre lo importante, ahora las hay y cada vez con más tensiones. Al respecto, podemos leer: “Derrotado temporalmente el proyecto neoliberal de economía y sociedad de la derecha, lo que hoy caracteriza a la política boliviana es la emergencia de ‘tensiones creativas’ en el interior del mismo bloque nacional-popular en el poder. Pasados los grandes momentos de ascenso de masas, donde se construyó el ideario universal de las grandes transformaciones, el movimiento social vive en algunos casos un proceso de repliegue corporativo. Tienden a prevalecer por momentos intereses locales por encima de los nacionales, o las organizaciones se enroscan en pugnas internas por el control de cargos públicos. Pero también emergen nuevas temáticas no previstas sobre cómo conducir el proceso revolucionario. Es el caso del tema de la defensa de los derechos de la madre tierra, tensionados con la exigencia también popular de industrializar los recursos naturales.”
No pocas veces se ha dicho que, en ciertos momentos -durante el lockout patronal agrario 2008 simultáneo al fracasado intento de Golpe de Estado en Bolivia y otros emergentes de un remozado Plan “Cóndor” en la región, además de las elecciones legislativas 2009-, la inclusión y el progreso sostenido por la gestión “K” podía ser un bumerán a la hora de decidir nuevos cambios al sistema. Acaso, ¿no advertís a muchos hijos y muchas hijas de aquellos y aquellas laburantes que lograron mejoras laborales en los ’50 y pudieron formarlos y formarlas, hoy adheridos al antipueblo y funcionales a la rancia oligarquía? ¿De dónde creés que salió el 64% del vecinalismo PRO en el balotaje capitalino? Amén de considerar los errores de la fallida progresía noventista metropolitana y del peronismo infecundo ante el característico gorilismo porteño, no creo que el 64% de los ciudadanos de la CABA sean clase ABC1 ni socios beneficiados con los espurios negociados del macrismo.
  
Por si faltaran vinculaciones con la situación nacional, hace unos meses exhibiendo anuncios publicitarios y estas semanas saturada de tapas e informes radiotelevisivos sobre la minería, García Linera se refirió a la cuestión boliviana: “Como se ve, se trata de contradicciones en el interior del pueblo, tensiones que someten a debate colectivo el modo de llevar adelante los cambios revolucionarios. Y eso es sano, es democrático y es el punto de apoyo de la renovación vivificante de la acción de los movimientos sociales. Aunque también se trata de contradicciones que podrían ser usadas por el imperialismo y las fuerzas de derecha agazapadas que de modo ventrílocuo y travestido proyecten sus intereses de largo plazo, a través de algunos sujetos populares y de discursos aparentemente altermundistas y ecologistas.” Más claro, echale agua con 0,02 ppm de KaCN, no más.
Párrafo aparte, agregó: “Ni el extractivismo ni el no-extractivismo ni el industrialismo son una vacuna contra la injusticia, la explotación y la desigualdad. En sí mismos, no son ni modos de producir ni modos de gestionar la riqueza. Son sistemas técnicos de procesar la naturaleza mediante el trabajo. Y dependiendo de cómo se usen esos sistemas técnicos, de cómo se gestione la riqueza así producida, se podrá tener regímenes económicos con mayor o menor justicia, con explotación o sin explotación del trabajo.” Otra cuestión adecuada para la “sintonía fina” sobre la que ya hemos expuesto bastante en el blog, pero que también convoca a la profundización.
Nada es para siempre. No me digas, mi amor, que te falta valor porque nada es para siempre...” Y, si no ahora, ¿cuándo?
Y luego de aludir a asuntos locales, Álvaro García Linera explicó “que cuentan con un apoyo sistemático de organismos no gubernamentales ambientalistas, varias de ellas financiadas por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), además del respaldo de las principales redes de comunicación televisiva privada, de propiedad de viejos militantes de la oligarquía separatista, y con amplia influencia en la construcción de la opinión pública de clase media… El problema es complejo. Están entremezclados temas propios del debate revolucionario, como el del difícil equilibrio entre el respeto a la madre tierra y la necesidad urgente de vincular al país después de siglos de devertebración aislacionista de regiones… En todo caso, en medio de esta trama de intereses, como gobierno tenemos que tener la capacidad de resolver democráticamente las tensiones internas, y de develar y neutralizar los intereses contrarrevolucionarios que muchas veces se visten de ropaje seudorrevolucionario… . Lo paradójico de todo esto es que la historia haya colocado a algunos izquierdistas como los mejores y más locuaces defensores de los intereses más conservadores y reaccionarios que tiene el país.” Teléfono para Donda, Ripoll, De Genaro, Tumini, Solanas, Lozano y siguen firmas…
  
Cuadros como el vice boliviano son necesarios para profundizar los cambios. Acá los tenemos, empezando por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (que es como decir Néstor a veces más prudente y otras, más recargada) y continuando con parte de su gabinete y algunos gobernadores y legisladores. No todos y contemplando que las condiciones comparativas de cualquier funcionario -oficialista o no- quedan fuera de escala frente a tamaños estándares. No quiero dar nombres para evitar injustas omisiones, pero al “Poronga” Moreno no puedo dejar de mencionarlo. Que florezcan mil flores y que las rieguen mil “Napias”.
Para concluir: ¿te prendiste en la idea de imaginar a Álvaro García Linera debatiendo con Mauricio Macri Blanco Villegas, así sea en “TN y moderado por Bonneddi-Adfano”?... Bueno, nosotros sí y nos divertimos mucho. 

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