Anécdota del colono, el caballo, el burro, la feria, los choclos y los cerdos

Un agricultor conocido como Don Argentino acá –en el interior del Interior- tenía un caballo alquilado llamado
Corpus, pura potencia aunque con gravísimos problemas intestinales, y al burro Mauri, más obediente y necio
-seguidor de zanahorias podridas levantadas en otoño que penden amarradas a su collar- que viejo y acabado.

Esta semana que termina al arrancar el verano, con 40º y sol radiante, los tres fueron a la feria de horticultores del
pueblo -mi ciudad- llevando los choclos que el colono con su familia había recolectado con esfuerzo en su pequeña
chacra y el burro le pidió al corcel: -Agarrá una parte de mi carga porque estoy fatigado de ponerle el lomo al maíz.

El productivista ruano pardo rentado a cambio de los mejores choclos para engordar a los chanchos de la estancia del
norte, haciéndose el sordo, siguió impávido su camino. A los pocos metros de marcha, el pobre jumento achacoso cayó
víctima del esfuerzo y murió allí mismo por infarto de impulso eléctrico que nada tiene que ver con corazón o cerebro.

Entonces, el bueno y trabajador de Argentino -angustiado por la situación de no poder acarrear sin el aporte de Mauri-
echó toda la carga encima de Corpus que, tardíamente arrepentido, reflexionó: -¡Qué mulo soy! ¡Por no haber querido ayudar con pocas bolsas livianas, ahora este gil quiere que cargue con todo y hasta con este finado asno inútil encima!

Tras un largo kilómetro de paso lento, Corpus -potro alquilado, fuerte y felón- se dejó llevar por su esencia egoísta y de
cagar fácil y corcoveó hasta desprender las bolsas de mazorcas y cebollas y al burro muerto, para galopar hacia el norte
a la estancia del patrón. Así, Argentino no vendió la exigua producción y en su hogar comieron cebollas todo el verano.

Adán De Ucea
Tosco relator