Hace unos días, en el Diario Chaco, Sandra Palarich publicó: “Coqui: la voz de un jefe que divide” (leer acá)
Aproveché el título de la nota para modificarle conceptos, ya que considero que no caben dudas que Jorge Milton Capitanich (familiarmente Coqui) es el jefe del gobierno del Chaco -y puede ser considerado jefe del Partido Justicialista provincial y nacional cuyos órganos integra- cumpliendo el rol de guía y conductor y, por ello, su voz no divide sino que conforma los modos de practicar la militancia y de ejercer la función pública con base en la construcción de consensos.
Aproveché el título de la nota para modificarle conceptos, ya que considero que no caben dudas que Jorge Milton Capitanich (familiarmente Coqui) es el jefe del gobierno del Chaco -y puede ser considerado jefe del Partido Justicialista provincial y nacional cuyos órganos integra- cumpliendo el rol de guía y conductor y, por ello, su voz no divide sino que conforma los modos de practicar la militancia y de ejercer la función pública con base en la construcción de consensos.
Gracias al muro de Facebook llegó ese artículo a mi vista, que leí con atraso y refiero aún con más demora porque estuve disfrutando mis vacaciones. Y, gracias al utilitario Google, pude conjeturar que la citada columnista descendiente de eslavos del sur es o fue justicialista, aunque ni siquiera sé si es cronista o intervino desde afuera de ese diario de la capital chaqueña. No obstante, lo que sí advierto es que la arquitecta demuestra indudables falencias de participación partidaria y, aún más, carencias para el análisis sociopolítico.
¿Por qué lo infiero?
Porque la remanida y rebuscada muletilla legrandista “lo dice la gente en la calle” trocó en que “dicen por TV” y son harto sabidas las consecuencias que acarrean una y otra manera de interpelar o de pretender argumentar. Además, últimamente y en casi todos los ámbitos de la comunicación, parece que se compite en afirmar cuestiones sin citar fuentes con el Van Der Kooy style o, sencillamente, abundando en condicionales y potenciales al Nelson Castro way para hacer decir a un sujeto supuestamente calificado alguna sentencia necesaria para fortalecer la conclusión que se desea establecer.
Porque eso de que cuando el PJ arregla lugares une la campaña, carece de todo sustento y sólo bastaría ver lo ocurrido en 1991 y ‘95, por ejemplos. ¿Acaso Palarich se olvida de las deserciones y traiciones post cierre de listas de Quico Morales o de Poroto Tenev cuando perdieron ajustadamente la gobernación frente a ACha y la UCR rompiendo la hegemonía justicialista y originando el acrecentamiento de deuda boba en el Chaco? ¿O dónde estaba en el ’91 y ’95? Si era muy pequeña en esos años, ¿no se interesó por conocer el pasado inmediato de su provincia? En política, sobre todo en lo partidario electoral, no es válido generalizar sistémicamente pautas y conductas respecto a liderazgos y acuerdos: las coyunturas influyen. Cuentan que, desconcertado, el crack brasilero Garrincha le cuestionó a Feola el teórico planteo técnico propuesto en el Mundial de Fútbol del ‘58: -¿Los ingleses no juegan o usted ya arregló su estrategia con ellos?
Porque la arquitecta, artista plástica y ahora parece que devenida comunicadora, indicó que “los ‘K’ lograron poner en jaque a la oposición, la dividieron” y hasta ensayó una burda demostración de que lo sucedido con el insólito Vicedisidente Cobos fue una “operación maquiavélica” premeditada, llegando a parangonarlo -aún más desatinadamente- con la situación del Chaco haciendo referencia al MoPaR. Es cierto que esa fracción de la UCR, de algún modo se sumó al oficialismo provincial en la legislatura, tal que J. J. Bergia apoya propuestas del Poder Ejecutivo desde la presidencia de la Cámara de Diputados, pero vale repasar la situación suscitada en aquella renovación de autoridades al finalizar el 2009 cuando el Frente “Chaco Merece Más” había obtenido mayoría de votos (48,94% a 42,81% y 9 a 7 bancas) (ver acá)
Es burdo y malintencionado desestimar que al PJ -como cabeza del Frente Chaco Merece Más- le correspondía la presidencia de la Legislatura de la Provincia según pactos preexistentes refrendados por el propio reglamento interno, cuestión que fuera groseramente desdeñada por los diputados de la Alianza radical que -con la situación de empate constituida- se abroquelaron mediante pretextos carentes de legitimidad para conservar ese bastión de poder. A veces, se generan acuerdos que son fustigados y aprobados; en esos casos es apto evaluar desde dónde llegan los apoyos y las reprobaciones, escudriñando las alternativas disponibles, sus condiciones de posibilidad y el balance costo-beneficio.
Sin contemplar que los ingleses también juegan, se terminan planteando ilusas estrategias de artificio y, peor, efectuando análisis incongruentes hasta con el diario del lunes en las manos. La agonizante Alianza no quería abandonar el manejo del Poder Legislativo así como sigue aferrada al otro bastión -el Poder Judicial- que lleva la indisimulable marca de 16 años de gobernadores radicales (incluido Tauguinas) que costarán purgarse para que la Justicia sea justa para todos.
Y ni vale agregar sobre lo imbécilmente perverso que resulta que alguien supuestamente embanderada con el modelo, o no, termine justificando la payasesca traición de Cleto Ditalco Cobos.
Porque Palarich acusó al Gobernador Capitanich (aunque llamándolo Coqui para restarle función e identidad) de que sigue el lema de “divide y reinarás” que le endilgan a Maquiavelo junto a otros, como que “el fin justifica los medios”, cuya autoría es inverificable y, de hecho, se trata de una mera frase apócrifa que le endosaron diversos chapuceros ensayistas con el afán de resumir falsamente su obra y sus consejos al soberano. Pobre Nicolás, le hacen decir de todo como a Perón: Aunque no lo haya dicho el General, seguro que debió pensarlo.
Así como los filósofos de la intelligentzia filosofan sintetizando para desfilosofar mañosamente a filósofos como Maquiavelo con el objeto de adulterar su obra, la arquitecta chaqueña lo trajo a colación con similar motivo: para tergiversar la acción de Capitanich en el gobierno del Chaco. Y no fue casual la elección del soporte teórico, sino absoluta y reveladoramente causal.
Porque, además, la artista adopta una infundada postura protectora respecto a la supuesta maniobra que “debilitó fuerza opositora al radicalismo chaqueño” como si se tratara de un ardid espurio llevado a cabo sobre un monasterio cenobita. Y, para rematar, agregó que “ha prosperado fundamentalmente en los bolsillos de la aristodemocracia funcional al poder en turno y que sus efectos desideologisantes (sic) son el postre de esta mesa antipopular donde el que pierde es el que mira: el ciudadano con ideas y la república.”
No quiero aparentar necedad ni artera suspicacia, pero ¿no resulta contradictorio afirmar por un lado que divide y, por otro, que desideologiza? Acaso, ¿la mentada desideologización no repite lo que rumorean sectores del PJ que se sienten excluidos del reconocimiento recibido por incontables funcionarios y asalariados que no transpiraron la camiseta peronista durante los 16 años alejados del poder? De ser así, es contradictorio: no se divide sino que se multiplica, tal vez restando a la vez, por cierto, pero eso es harina de otra bolsa.
Porque lo que la arquitecta dio en llamar aristodemocracia -quizás como neologismo para definir una aristocracia convalidada en las urnas-, también es al menos discutible. Estos tres años de gestión han disminuido ostensiblemente brechas socioeconómicas distribuyendo riquezas y generando equidad de oportunidades como hace décadas no sucedía. Eso es irrefutable. Basta ver las obras públicas encaradas y la promoción a la inversión privada en industrias y empresas, prestando atención a los propios beneficiarios pero, especialmente, a los obreros y proveedores de servicios reinsertos en el mercado laboral. No pretendo ser iluso, pero tal vez, Palarich quiso significar que se democratiza la aristocracia. ¿No es positivo que la nobleza se expanda? Claro, si es democrática dejaría de ser aristocracia y caeríamos en un oxímoron.
Otro oxímoron: ¿si la mesa es antipopular por qué es que cada vez tiene más comensales? ¿Y por qué, elección tras elección, acrecienta respaldo? ¿Acaso la artista plástica practica democracia calificada? ¿Con qué sustentos cuenta para erigirse en representante de la ciudadanía con ideas y de la república? Ruego que no se tome impertinente ni con afanes de expulsar a nadie, pero al leer a la columnista me parece que se hallaría más cómoda en las filas de la mitómana Carrió. Lo colijo por su discurso destructivo y místico: es acorde al método carriotista.
Porque aunque poco sé de Palarich -tan poco como datos pudo darme el Google en un rato de búsqueda-, tras leer que fustiga a Capitanich porque dice que impulsa a dos caras fuertes de su gestión (al Ministro de Economía Eduardo Aguilar y al Presidente del Instituto de Vivienda José Benítez) como candidatos a intendente de Resistencia para desarticular al Partido y sumar poder político, agregando que todos saben que la militancia peronista es representada por Gustavo Martínez, dudo si no se trata de una ideologizada periodista que pretende reinstalar al Director de SAMEEP en la compulsa preelectoral del kirchnerismo provincial.
Amparado en el beneficio de la duda y disculpándome si los sitios web que muestran a la arquitecta con referentes del justicialismo informan sobre cuestiones ajenas a la política partidaria, recalco que no me parece adecuado eludir debates ni propuestas dentro del PJ ni en el ámbito del Frente "Chaco Merece Más", pero precisamente la mejor manera es intramuros, acordando en las unidades básicas y en los espacios de participación, planteando propuestas en las asambleas partidarias, o, ¿por qué no? en última instancia mediante elecciones. En la cancha se ven los pingos. Y hasta un analista doméstico podría especular que la artista sufrió un brote antiperonista, puesto que con semejante descalificación a la gestión termina llevando agua al molino opositor que hoy representa Roy Nikisch.
Resumiendo e improvisando serbocroata, puedo decir que la cría del caído (Palar-ič), cayó en una serie de yerros provocados por la avidez de descalificar al hijo del capitán (Capitan-ič) que es quien ahora capitanea la provincia y, en el fallido intento de proyectar al vástago de Martín o Martina (Martín-ez) -que no es Sabbatella ni Navratilova-, apenas logra perfilar al sucesor del que no es (Nik-is-č), del cual hace tres años que no se tienen novedades sobre su gestión en el Senado de la Nación.
No seamos ingenuos, una columna tan detractora ha de tener interesadas motivaciones que no dejan de ser atendibles pero lo que sí resulta impugnable es el método, la forma y el medio en que se plantea. Son tiempos de postulaciones y es sabido que, tanto en la Provincia de Buenos Aires como en el Chaco, la chicana y la presión se ponen a la orden del día pero no pequemos de incautos, para gobernar hay que ganar y para ganar no deben descalificarse compañeros. Si bien no tengo certezas de que la autora del artículo sea o haya sido peronista, sin dudas que tomó el camino equivocado. La cuestión es simple: si es, es una inoportuna hereje; si no, una siniestra aprendiz de saboteadora; y, en cualquier caso, es cismática, justamente lo que condena que piensa que hace Capitanich. O tal vez aprecia con cristales diferentes lo que considera que hace ella y lo que elucubra que hacen los demás, tal genuina carriotista.
La tecnología de última generación ha brindado instrumentos que tientan a los aprendices de armado político aspirantes a graduarse de operadores sectoriales: el peronómetro-progresímetro, una herramienta de simple manipulación y certificables resultados con garantía. Con garantía de fracasar electoral y gubernamentalmente.
Así como la Provincia de Buenos Aires es el escenario más destacado de la pulseada que ofrecen en el kirchnerismo diversos sectores diferenciados como progresistas y peronistas -dentro del Frente para la Victoria o fuera de él mediante colectoras o acuerdos transversales aunque autónomos-, Chaco parece no quedar afuera del inconducente mecanismo de lidiar entre compañeros con proyectos comunes y convergentes en el actual modelo nacional y popular. Es el anhelo de todos los simpatizantes, militantes y referentes del Frente para la Victoria que sus máximos dirigentes no se dejen embaucar por los funestos separatistas y lleguen a los mejores acuerdos para que, tanto Cristina Fernández como Jorge Capitanich, gobiernen un período más en beneficio de la mayoría de argentinos y chaqueños.
Si Palarich es un cuadro de Gustavo Martínez, no estaría haciendo otra cosa que soliviantarlo con presiones intestinas. Si no lo es, el efecto no cambiaría demasiado aunque sería sin intrigas y a perfil descubierto. No puedo saberlo: no sé quién es Sandra Palarich ni para quién juega y ni siquiera si juega. Lo que sí sé es que si juega lo hace con la bolita cachada y si no juega, tapa el hoyo.
Largar precandidaturas simultáneas a Gobernador, a Vice y a Intendente capitalino, ¿es como practicar tiro al platillo con escopeta? Poco deportivo pero casi seguro que a algún disco se le pega…
De todos modos, la noticia de que Gustavo Martínez anuncia que va a disputar la intendencia de Resistencia se recibió con agrado en las filas del peronismo. Falta ver si irán nuevamente colectoras. Se supone que con la reciente Reforma electoral impulsada por Néstor Kirchner, ese recurso ya no es adecuado, y, personalmente, considero que a los efectos legislativos tampoco lo fue en 2007 por la dispersión de votos en fuerzas que no lograron ni el proporcional resto menor para obtener siquiera una banca municipal o provincial. Esto es comprobable. No lo es -ya que forma parte del territorio de las hipótesis- si terminó resultando provechosa la táctica a los fines de la gobernación. Y también es harina de otra bolsa; bolsa que podría abrirse para diseñar acciones ante nuevos escenarios.
Esta réplica pretende compartir mi enfoque de chaqueño distante, con otros chaqueños y con algunos distantes a los cuales pueden interesarles las movidas políticas del norte del país.
Para abrochar este cruce de descendientes de eslavos del sur (serbios, montenegrinos y croatas), anhelando que el fundamentalismo retrógrado no haya intervenido desde 12.000 kms. y centurias de rivalidades raciales y religiosas, dajem moj nježan pozdravi srdačan.
Y como corolario a tono, dejo la reflexión con la cual se despide un amigo que encontré en la web, el pacifista técnico en telecomunicaciones y arreglador musical serbio Slobodan Markovič:
Nigde, krv nije voda
(En cualquier lugar, la sangre no es agua).
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